domingo, 24 de enero de 2010

Hoy hay que tener muchos huevos o Bi Bemoles para poder elaborar tan buena clase de ARTE




Y si atendemos a lo que se nos hace perceptible mirando estas maravillas. También debe ser, por parte del autor, un estado de gracia constante, paciencia regocijante y amatoria, en el proceso creador de lo que hace, y a solas lo satisface, mientras lo rehace y lo perfecciona; con el resultado más o menos apetecido. Que va logrando con su esfuerzo consumido y lo haga consumado artista. Ese disfrute, este desgaste y ese dolor paritorio al  procurarse en el instante de la consumación de la creación... Es del todo impagable para el autor de la obra. Viviéndose como algo orgásmico. Liberador de emociones y sustancias endocrinas, que lo sumen en un estado placentero, a la vez que embriagador, por la falta de perspectiva del alcance de su creación. 




Al darla por finiquitada la misma, al parirla de sus entrañas, y cortarla definitivamente del cordón que los unía a ambos (creador y pieza como únicos en su conocimiento)... deja de ser un poco suya, para en ofrenda, mostrarla al mundo e intentar que sea admirada, elogiada o desdeñada con indiferencia o criticada exacerbadamente tras el bautismo. Y por los receptores que tengan a bien contemplarla, amamantarla como suya  o desapadrinarla. Esa es la dicha y desdicha de la actitud del artista consumado. Del que ha llegado a entender que él solo está al servicio de algo más supremo que el mismo. Con ello debe de vivir y morir el resto de sus días, si quiere ser fiel a sus principios vocacionales creadores (sus Dones). Más no distraerse en los preceptos influyentes imperantes del mercado. Este maridaje es la Fidelidad a su obra, por encima de otras tentaciones hambrientas, que lógicamente lo confundan en la desgana y desoriente en el desvarío como ser especial y sensible que ha venido a este mundanal ruido.


Él es el encargado de poner música en nuestros sordos oídos. El de levantar la moral de la tropa. Aunque la tropa sólo lo atrape y no trate por contratarlo o comprarles sus obras. Por encima de todo ,el artista es feliz haciendo arte. Si no lo hace, se muere lentamente de infelicidad. Si te reconoces artista, esto lo habrás sentido tal como lo digo. Si no, es que solo vives de hacer referencias a su alta condición, sin desarrollar totalemente sus verdaderas facetas, conformándote simplemente con sobrevivir de sus migajas.

La furia interna loable, por no hallar reconocimiento apetecido, habrá que echarle de comer a parte. Sacarla cada noche, como la basura, de casa. Si queremos que el sentido limpio del artista perdure y no enmudezca envenenado en aras de las mentiras. "La obra de arte, ni se crea ni se destruye...” sino que se transforma en un amor inmenso a través de la emanación del creador en intenso, que esta sociedad cualificamos etiquetándolo de Artista. Yo esperaría que deje de calificarse asimismo como tal, pues perdería aceite y esencia por el camino del sentido, con que ha venido a este mundo.


Su ARTE nos transforma a todos por dentro, al experimentarlo, al reunirlo con sus sones, al cuantificarlo en Do, Re, Mi, Fa, Sol, bemoles..., al darle sentido estético, poético, literario a las pasiones brillantes; al enmarcarlo llenándolo de pinceladas con vivos colores... ¡Es el conocimiento exacto! que nos transporte a estados de contrastes, animados o desanimados, cadencias y ritmos de vida en cada escucha, en cada mirada brillosa y electrificada; que vivamos, desde el ánima yacente -que somos-, al despabilado -y distinto- que nos despierta con sus conmovibles zarandajas; de ecos en la lejanía o gritos cercanos a voces insoportables que no nos templan hasta lo hayamos visto transcritos y arrojados, sobre un lienzo, una piedra, un papel  o un pentagrama imaginario. 

La obra por si misma tiene la caprichosa habilidad de encontrar los resquicios por los que introducirse cual oxigeno en nuestros pulmones, dando sentido cual caudal de agua, tomando la forma de los recipientes vacíos en los que se vierte y se precipita divertidamente; acariciando con su humedad las cristalinas paredes. transparentes que lo albergan.  Son los momentos propicios que cada alma pone rendida a su servicio, cuando a solas se enfrenta a los secretos que dota cada pieza a sus afluentes, oyentes o visionantes respetables. Cada escultura, cada composición o cada obra artística rescatada de las profundidades de la nada..., será  en si lo que nos haga presentir algo emocionante por debajo del sentimiento, un escalofrío en los brazos  que nos recorrerá por toda la espalda, tomando protagonismo por sí solo… y en cada uno de nosotros cobra significados distintos apabullantes de estremecimientos.

Porque cada cual es un mundo distinto, cada vez más distante de otros que nos rodean como los que se agrupan en una galaxia. Pero todos somos del mismo universo. Y ese flujo de magia creciente, nos proporcionas emanaciones diferentes, con la misma emisión de energía que ofrece la obra para todos. Cada cual lo presiente, lo siente, lo vive, lo interioriza distinto. Y, con ello, ella, LA GRAN OBRA DE ARTE empieza a cobrar su propia vida, sus propios pasos, sus propio albedríos; y su propia condición artística única y no aparente; siempre -eso sí- sobrevolando en paralelo a la propuesta sincera por la que el artista haya luchado por rescatar del inmerso, oscuro, insatisfactorio, desvalido y dificultoso vacío de blancos y negros... de las  limitaciones con que se vuelca en un arcoíris de matices y se revuelve ante su enajenación creativa para cualificarnos a todos por un momento eterno o efímero.
Saludos cordiales, queridos lectores, conocidos oyentes, amigos artistas, "de vuestro siempre inconsciente" Arte + Sano (no olvidéis lo que os he dicho, sobretodo antes de cascar un huevo).

ARTISTA y Escultor | Gary Lemaster 
+ Info | El arte de Tallar un huevo 
+ Imágenes | Google imágenes

Amenizaje Sonoro | Eleven Of Hearts